¿Cuál es la peor pesadilla de alguien que le teme frenéticamente a las agujas? La respuesta es muy sencilla: una curva de glucosa. Claro que este no es un término común, pocas personas saben que es una curva de glucosa, yo, por lo menos, en mi vida había escuchado semejante término pero lo aprendí hace poco, junto con otro que tampoco olvidaré con facilidad: Test de O´Sullivan. Ambos están relacionados con la extracción sanguínea. Son pruebas para detectar la aparición de diabetes gestacional, es decir, diabetes durante el embarazo.
Sin duda el embarazo es una etapa increíble de la vida, donde las emociones están siempre a flor de piel. Cuando supe que estaba esperando un hijo el corazón me dio un vuelco y experimenté una sensación indescriptible. Mes a mes fui notando los cambios y disfrutando más de ese pequeño ser que crece todos los días en mi interior. Todo iba bien hasta que un día uno de los análisis de control mostró un resultado no esperado, mi glucosa estaba alta. Ante el riesgo de diabetes, me dijeron que debería hacerme el Test de O´Sullivan. Así que una mañana, en ayunas y con los nervios a flor de piel, acudí al ambulatorio donde después de tomar 50 ml. de glucosa en estado (casi) puro con un insoportable sabor a naranja, me extrajeron sangre para hacer el test. Resultado: positivo.
A los pocos días me llamaron del materno para notificarme que debía hacerme una nueva prueba: la curva de glucosa. Y que para ello debería disponer de al menos 4 horas libres. Acudí pues al hospital, nuevamente en ayunas y nerviosa, para encontrarme con un grupo grande de mujeres, todas nerviosas, todas embarazadas, que esperaban impacientes que comenzara la prueba.
Así que haciendo acopio del poco valor que me quedaba, entré con resignación a enfrentarme con la aguja y con todos mis temores de infancia. Una a una nos fueron pasando con la enfermera encargada de extraer la primera porción de sangre. Posteriormente nos dieron a tomar 100 ml. de glucosa (esta vez con sabor a limón, un poco más soportable), con la advertencia que no podíamos vomitar la espesa bebida, indicación que ignoraron 2 de aquellas mujeres que me acompañaban en esta nueva experiencia. Las pobres no soportaron tanta dulzura y tuvieron que regresar a casa para volver quizás otro día.
Tras tomar la dulce bebida esperamos una hora, inactivas, sentadas o acostadas según la preferencia de cada una. Sentí de pronto que la cabeza me daba vueltas, que no podría soportar mucho más. Pero el abrazo de mi esposo que no se apartó de mí me hizo sonreir y tolerar. Transcurridos los primeros sesenta minutos de espera, una nueva extracción de sangre. En mi caso tuvo que ser en el mismo brazo pues, mi brazo izquierdo se negaba a dejarse extraer una gota del vital líquido. Así que los primeros moretones empezaron a aparcer. Tras la segunda hora de espera una extracción más, con el consuelo que sólo quedaba una hora de espera y una última extracción. Casi cuatro horas después salí del hospital con la cabeza dando vueltas y una terrible debilidad corporal, pero contenta de haber pasado ya por todo eso y con los nervios de esperar el resultado.
Al otro día, ya más recuperada, recibo una llamada telefónica del hospital para avisarme que debía hacerme nuevamente la curva de glucosa. El motivo: el día anterior, por causas desconocidas, habían tenido problemas con el centrifugador y se rompieron todas las muestras de sangre, por lo que había que repetir todo. Al principio pensé que era una broma, quise llorar de frustración pero me di cuenta de que sería en vano. No quedaba más que aguantar y volver al hospital a pasar otra vez por todo aquello.
Todo esfuerzo, todo sacrificio, cualquier extracción y el hecho de enfrentarse a mil agujas, todo vale la pena si se trata de que un pequeño que apenas nacerá esté bien, esté a salvo. Lo peor ha pasado, pero los resultados no fueron favorecedores, así que una nueva curva está por venir, cuatro extracciones más y todo habrá terminado, por el momento. Sé que podré soportarlo, sé que tengo el valor suficiente de enfrentarme a todo por mi hij@. Sé que todo lo que haga por mi bebé es poco para agradecer a Dios el milagro de la vida.